La venganza del destino es el pasado.
Utilizando el tiempo como instrumento de mando,
convierte en olvido todo lo anhelado.
Cruelmente efímero es el mañana;
que sin ser presente muta hasta ser nostalgia.
Metódicamente sabio, que todo lo hace nada.
Y deja ese sabor a duda subjuntiva que mata;
que aprieta el pecho y tiñe en la mente el karma.
Incertidumbre cierta que lleva el miedo a la cama.
Y cada noche regresa el dilema en los sueños.
Ligando recuerdos dibuja collages que simulan hechos;
mas cada ficción nocturna no es destino sino un supuesto.
La revancha del destino es ser libre.
Manejando actores con guiones sin letras ni atriles;
sin señales, acotaciones o senderos que guíen.
El desquite del destino es nuestra historia;
que en ella guarda cada una de sus penas y sus glorias.
Cada amor y cada hastío, es castigo del destino, tatuar en
la memoria.
mjs